Lo que a priori parecía fácil: describir de forma concisa la
situación “cenar en casa de unos conocidos”… participantes, lugar, objetos, qué
pasa antes, qué pasa después y secuencia de acciones, no me ha resultado tan
obvio. Y eso, teniendo en cuenta que comparto esquemas mentales con mis
compañeras de grupo.
Mi primer intento ha sido detallista en exceso y por tanto
no aplicable a un cambio de escenario. No recoge del todo los aspectos que servirían
a otros miembros de la comunidad para actuar cada vez que se da una situación semejante.
La propuesta de mi compañera me ha convencido bastante más. He aprendido que la
elaboración de un esquema mental compartido debe encontrar equilibrio entre el
detalle (sobre todo en la situación) y la generalización.
Temas que han surgido a debate: ¿es relevante señalar que algún
participante es extranjero si éste es conocedor del esquema mental? Quizá
no, si no interfiere en la interpretación de los mensajes. En el ejercicio, no
parece haber problemas de interpretación, así que tal vez esa especificación
sea prescindible.
[Carla] ¿Pero sería lo mismo si se hubiera producido alguna
situación - relacionada con la comida, con las conversaciones que tienen lugar
durante la cena, etc. - conflictiva y que tal vez tuviese que ver tanto con el
hecho de que la cena tiene lugar en la casa de unos españoles, o con el hecho
de que parte de los invitados son extranjeros?
En cuanto a los usos y costumbres, ¿es relevante destacar en el
esquema “enseñar la casa a la visita”? no siempre es así, parece más
bien algo a elegir según la persona, culturalmente optativo por así decirlo.
Con la información que teníamos, no creo que se hayan
producido malentendidos. Todos los participantes siguen el guión a la
perfección. Lo que no sabemos es si frases como “Aquí tenéis vuestra casa” como despedida, puede ser tomada al pie
de la letra por los visitantes. Necesitaríamos el capítulo dos de la historia.
Me gustaría destacar para no olvidarlo la cita de M. Victoria Escandell en Aportaciones de la Pragmática. “A efectos
cognitivos, lo que cuenta no son los individuos, las relaciones o las
intenciones como tales, sino las representaciones que nos hemos formado sobre
ellos.” “Nuestro comportamiento está
condicionado no por la realidad tal como es, sino por la manera (correcta o no)
en que la percibimos” Aunque estamos programados para producir
representaciones lo más ajustadas a la realidad, esto no evita que haya
confusiones.
La representación que hacemos del entorno (que viene dada
por aspectos socioculturales y personales) es decisiva para la comunicación.
Parece lógico que el objetivo del profesor de lengua sea enseñar
al alumno a adaptar el comportamiento lingüístico propio a los mismos
parámetros que tienen los nativos. Cuanto más cercanas están las culturas, más
fácil es.
Y una última nota, “si
lo que comunicamos parece ir más allá de lo que decimos literalmente es porque
en la interpretación no intervienen sólo procesos de descodificación, sino
también de inferencias” Los contenidos que inferimos se llaman implicaturas
(término que no conocía, y que supongo viene de “… lo que implica que…”). A
veces esas implicaturas, se deducen del tono. Se me ocurre que una frase como
¿una tila? puede interpretarse como ofrecimiento de ayuda o reproche, según el
tono que usemos.
Una reflexión muy honesta y muy acertada, Rebeca. Me gusta mucho. Ahora... ¡a seguir!
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